LADINO - LAUDINO
Hace ya algunos años,
emprendí una línea de análisis, sobre la diferencia entre las palabras
empleadas en la palomería, más cuanto no pude al igual que Francisco Reina
Castrillo, hallar la diferencia, clara y contundente, en los textos que la
afición sevillana, manejaba hasta el 2.002.-; pues todo lo escrito y descrito
en los órganos de publicación de las Federaciones y otras revistas
presumiblemente de carácter técnico como son las de avicultura, e incluso las
ultimas de Columba, llegando a la conclusión, que siempre eran los mismos los
que escribían , al igual que los art. se repetían en unas y otras.
Todas las cuestiones
giraban siempre en torno a lo mismo, que si el palomo laudino que vino de
valencia, que si el valenciano, que si aquí los andaluces, como somos tan
chulos lo hibridamos, que si el banderillero fulano trajo, que si mi abuelo se
trajo de valencia, etc. En definitiva “cuentos chinos y leyendas palomeras”,
como me gusta describir, y toda esta
basura literaria.
Otra de las tesis
ofertadas, por estos seudo escritores de “pan y pescado” achacaban el origen de
la palabra, al no contrastado monje “Antonio Llaudí” y unos supuestos palomos,
de color marrón, que en las revistas aludidas, llaman “ Fumat”, palabra,
también de ideología valenciana, como todo lo que se ha escrito, en torno a
este galimatías; como si Valencia fuera el ombligo del mundo palomero.
De esa guisa, veía la
afición sevillana, manipulada hasta la saciedad, por Rafael Yuste López con
todos sus escritos; es este sevillano carente de formación, pero provisto de
una inventiva sin límites, y un ego insaciable, es el verdadero artífice y
quien esparce las leyendas, los cuentos chinos palomeros, y los milagros del
supuesto fraile valenciano.
Es este “ sabio
sevillano” quien propone el cambio de nombre del palomo de Sevilla, por Laudino
sevillano, y como la afición ya rendida en el 1.977.- sirve pleitesía y
sumisión a la toda poderosa Federación de los picas. Hoy desde este pequeño esbozo, solo pretendo dar,
otras connotaciones de la dualidad que expresa el titulo, Ladino – Laudino,
simplemente, para constancia de que las acepciones vinculadas a la Federación y
manipuladas, según diversos criterios ni están en la línea de la objetividad,
como tampoco, puede afirmarse, que estas, expresan lo ampliamente tarareado a
lo largo de estos últimos 30 años, de literatura basura, escrita por los antes
citados.
El Diccionario de la lengua española, en
relación a la palabra ladino nos dice:
“Astuto, sagaz, taimado, ladrón, Lengua religiosa de los
sefardíes. Es calco de la sintaxis y del vocabulario de los textos bíblicos
hebreos y se escribe con letras latinas o con caracteres rasíes. Variedad del
castellano que, en época medieval, hablaban los judíos en España, y que, en la
actualidad, hablan los judeoespañoles en Oriente”.
Y en
relación a la segunda, simplemente dice: “no existe”; en este aspecto y
analizando el mismo tema, autores como Cesar Martínez, ya se manifiestan en el
mismo sentido, en varios artículos relativos a las palomas, en el año 1.929.- y
1.933.- época clave que después desarrollaremos.
Por otro lado, también sabemos, que las cosas “
son lo que son” y no lo que las personas quieren que sean, luego definiendo la
Real Academia de la Lengua Españolan; no puede obviarse dicha definición y
utilizarse otra, en su lugar que nada tiene que ver con la realidad que
pretende analizar, pues en caso de conflicto, duda o laguna en la aplicación de
las norma, es sabido por todos que a la hora de la interpretación de las mismas
se atenderá en primer lugar a su sentido literal gramatical, tal y como
establece el artículo 3 del Código Civil,
“1. Las
normas se interpretarán según el sentido propio de sus palabras, en relación
con el contexto, los antecedentes históricos y legislativos, y la realidad
social del tiempo en que han de ser aplicadas, atendiendo fundamentalmente al
espíritu y finalidad de aquéllas.”
Y el sentido literal del
término; es el que se acaba de exponer y no el que se pretende hacer ver, luego
es obligación del redactor de cualquier, artículo, norma, o redacción, el
regular utilizando los términos y conceptos específicos, empleando para ello
todo el rigor técnico posible con la
única y exclusiva finalidad de evitar problemas de interpretación de las
normas.
No podemos ahora, de un
plumazo, cambiar el significado de un
término que viene recogido por nuestra Real Academia Española de la Lengua,
pues yo podré utilizar unas u otras palabras para definir una misma cosa, pero
lo que no puedo hacer es cambiar su esencia o acaso alguien piensa que es lo
mismo tener un perro en su casa que ser criador de perros y ser esta su
actividad económica, acaso quien tiene gallos de pelea se dedica a criar gallos
y gallinas, ¿es ganadero? ¿Cómo vamos a cortar con el mismo rasero a una persona
que tiene como hobbie u afición tener animales de compañía con un granjero, un
ganadero? ¿Acaso se le aplican las mismas normas?. Queda claro que no.
Cada uno podrá pensar lo
que quiera, pero aquí estamos hablando de regular, de legislar, en definitiva
de escribir, y en esta labor debemos ser estrictos profesionales y rigurosos, y
nuestra Real Academia define sin bagajes ambos conceptos quedando claro que no
son lo mismo, pues uno es inexistente, en nuestra lengua.
Por otro lado, tampoco
puede aducirse aquí el carácter histórico de dicho concepto, pues en caso de duda sobre la voluntad del
legislador se acudirá a los métodos de interpretación literal gramatical en primer lugar y sólo , subsidiariamente,
caso de no poder establecerse la voluntad del legislador, o autor, con dichos
criterios se acudiría al criterio
histórico circunstancia poco probable, pues con la interpretación gramática del
concepto, habida cuenta de la definición del mismo por la RAE quedarían
zanjadas todas las dudas de interpretación.
En definitiva, seamos
técnicos, rigurosos y sobre todo dediquémonos a hacer las cosas bien, como
deber ser y no como queremos que sean.
Como acepción de palomo
ladino = ladrón, la encontramos en las
palabras del sevillano Ibn Abdun en su obra sobre el buen gobierno del zoco
(Sevilla a comienzos del siglo XII, El Tratado de Ibn Abdun) que sobre los
hurtos cometidos valiéndose de palomos especialmente adiestrados para ello nos
dice en la norma 141:
“Prohíbase en
absoluto la venta de palomos ladrones, que no emplean más que las gentes amigas
de lo ajeno y sin religión, así como la venta de gatos. Si de algún tratante se
sabe que es trapacero y no obra como debe, échesele del zoco por ladrón,
vigílese y no se le emplee”.
(8).- E. Levi
ProvenÇal y Emilio García Gómez (Sevilla
a comienzos del siglo XII, El Tratado de Ibn Abdun) 1.948.-
Con similares connotaciones, se cita en la Obra
de Antonio Ros de Olano en .1.835.- Maese Cornelio Tácito:
“Estaba más alto que un palomar. Entró, y dijo: «que me chupen
brujas, si no adivino lo que anda". Y arrulló de buche profundo, como
palomo ladino, a la sastresa. "No está la Magdalena para
tafetanes", le respondió ella; y dice que pió el sastre de pura necesidad”.
Hay
que entender, dichas frases en el contexto general de la obra, pero es en esta
obra, donde hasta ahora se ha podido comprobar, la etimología de dicha palabra
en relación al contexto de la obra.
De
la utilización de la segunda origen de dicha palabra valiéndome del estudio del
castellano, y comprobar, que hay en nuestra literatura al respecto, dado que la
actual denominación, no está contrastada, y aunque, dicho nombre aparece en “la
Joya Colombófila” del doctor Altamira Raventos ya en 1.924.- , es citado de
pasada y no nos dice las fuentes ni la constatación de esta .
“Dicho señor Albalat,
poseía, un manuscrito que perteneció a un fraile franciscano, en el cual ,
además de la paloma buchona que cultivó durante más de 40 años, habla
extensamente de las mensajeras valencianas
: magán y azul de la estrella
Puede decirse que dicho
manuscrito princia la historia de las variedades mencionadas. El susodicho
franciscano autor de este importante manuscrito se llamaba Antonio Llaudis ,
quien cultivo en la clase de buchonas , a una de un color determinado , ahumado
, que hoy en dicha comarca , a pesar de los años transcurridos , se la llama a
esta variedad ahumada de pico y uñas amarillas , la buchona franciscana . En
cambio a las buchonas en general se las
llama laudinos, y esto demuestra que el fraile Antonio Llaudis fue quien
cultivo estas aves antes que el naturalista
Cavanilles, que también habla de las buchonas, en su historia natural de
las palomas. “
“Pues los estudios de
Cabanilles y el padre Llaudis , que son ciertamente muy raros , contienen tan solo unos cuantos datos
imprecisos e insuficientes “
Es curioso, la
inexactitud obrante en estos textos, mil y una veces utilizados, para intentar
explicarnos, el tema de las palomas ladronas, bajo el nombre de laudinas, como
quinterón de la mensajera, y clasificadas en sus vuelos por la posición de la
cola, según se cita en su pág. 33.-; de dicha inexactitud hoy tomamos nota, al
ver la expresión, inserta en la misma: “habla extensamente de las mensajeras valencianas, magán y azul
de la estrella”.
Hoy, podemos afirmar, que dicha apreciación, carece de
objetividad, la cual puede extenderse a todo el texto, más cuanto todos
sabemos, que las mensajeras carecen de ser una raza, especifica, más bien son
líneas creadas por los distintos colombófilos, en sus selección; como también
podemos afirmar, que no es valencia, ni por asomo, la cuna de las palomas
mensajeras, sino todo lo contrario.
En este aspecto, solo recalcar, que es la burguesía catalana,
capitaneada, por el Doctor Castello y su granja de Areins de Mar, con el
beneplácito del ejército y la Corona, quienes importan las primeras mensajeras
allá por 1,887.- y no precisamente la burguesía valenciana, quienes llevaban la
voz cantante en esto de la palomería, pues en la fecha expresada, tenían una forma
muy peculiar de volar las palomas, y un código de conducta, muy distinto al conocido en la actualidad.
Sirva esta ilustración, recogida del autor Cabanilles, al cual
se cita, cuando se ha recurrido al texto de la palabra laudino.(*)
“Así se divierten en Valencia los aficionados á
estas palomas, y no recibe menos satisfacción
el dueño cuando percibe sus palomas al volver de su largo
viaje. Que la que siente un inglés o un mejicano al ver que su gallo gladiador mata á
su enemigo en el campo de batalla.
El gran número de palomares que hay en Valencia y el considerable de palomas que se multiplican, ofrece á
los valencianos otra diversión , que consiste
en los combates que se dan los bandos
enteros de dos propietarios, decidiéndose siempre la victoria á favor de las palomas fieles á su domicilio. Cuando
alguno hace .volver su banda, la cual lo verifica en círculos concéntricos
al palomar cuyos diámetros varían, como
también la altura á que se elevan las palomas, obliga otro vecino á
la suya hasta que ambas se, encuentran formando, una sola. Procura entonces aturdirlas con
fuertes silbidos y chasquidos que las obligan a apresurar el vuelo, y muchas veces á perder el
tino y desconocer su habitación. Continúan así como un cuarto de hora fatigándolas siempre con el fuerte
ruido de los látigos; cesa al fin este, y lo reemplaza un cierto silbo suave y
cariñoso, señal con que cada dueño llama las suyas á su casa, obedecen dóciles
las palomas, y al separase las bandas
confundidas suelen quedarse algunas menos, diestras en la
contraria con la cual se dirigen al palomar enemigo, descansando en él como si
fuera el suyo: ven entonces que las inmediatas entran á
comer, siguen, incautas
su engañoso ejemplo, y corrida la red quedan
prisioneras. No puede el nuevo dueño
disponer de estas hasta que pase un día entero, tiempo prescrito para que el
antiguo, acuda,
á rescatarlas por el
moderado precio de doce cuartos; pero si descuidado deja pasar las veinte y cuatro horas, pierde todo derecho, que se trasfiere desde
entonces al apresador”.
(*) Historia
Natural de Cabanilles.-
Apreciaran los buenos aficionados, a las palomas y a la historia
de estas, que lo narrado nata tiene que ver ni con el vuelo de las buchonas, ni
con el vuelo de las mensajeras, sino más bien una mezcolanza, de ambas.
La triste verdad de todo ello, y habiendo hecho un análisis
objetivo de toda la literatura de la época, no es otra que es la afición
valenciana, quien apresa las palomas mensajeras compradas por el ejército, para
efectuar, los cruces narrados en la “Joya Colombófila”, y como no podía ser de
otra manera, es el poseedor de tales palomas quien intenta poner remedio al
desaguisado y descontrol de las palomas, en el levante.
Por otro lado, aun nadie ha podido demostrar ni
por activa ni por pasiva, la existencia de aquel monje llamado Antonio Laudí ,
y perteneciente a la orden franciscana . incluso , los hoy pertenecientes a
dicha orden y amantes a las palomas, no han podido desvelar , la existencia
real de aquel personaje , solo nombrado en la literatura ; teniendo , como
respuestas de las Autoridades Eclesiásticas , que dicho monje no ha pertenecido
a ninguna de las tres Ordenes Franciscanas.Y como queda demostrado , por el
propio Altamira , en el orden de las palomas buchonas ladronas , dichos
comentarios , estudios , etc… son raros e imprecisos , a los que yo tildo de
insuficientes.
Es en toda esta aborigen
depredadora, por la hegemonía, de sus palomas, y las leyes dictadas al efecto,
la que nos da, una visión clara, del juego de las palabras objeto de este
análisis, si la bibliografía, de los autores valencianos, denominan a las
palomas con el vocablo laudino, es más cierto que cuando analizamos la obra de
Juan Torres Fontes, sobre Murcia, la palabra empleada es Ladino, lo que nos
hace tener una idea clara y concisa, tanto de la categoría del autor, y su
exquisito dogmatismo al lenguaje de Cervantes; y esta correlación está
presente, en cuantas cuestiones giran alrededor de las palomas, siendo esta
dualidad, empleada al libre albedrío , sin caer en un esmerado acatamiento a lo
establecido por la Real Academia de la Lengua española.
En
este batiburrillo, podemos analizar, algunos textos como el inserto en el Decreto
del Ministerio de la Guerra
de 29 de diciembre de 1.931.-, publicado en la Gaceta de Madrid con fecha
1 de enero de 1.932.- en el que al tenor literal se cita:
“Es lamentable que esa protección decidida origine un
perjuicio al deporte de la paloma denominada BUCHONA o LADINA al prohibir su
uso y vuelo en su artículo 10 de este Decreto, pero forzoso es sacrificar las
conveniencias particulares de algunos a los indiscutibles intereses preferentes
de la Nación
entera. Por ello después de oír a las partes interesadas y de conocer el
asesoramiento de los órganos oficiales que han informado sobre el asunto se
llega a la conclusión de que las aficiones a la paloma mensajera y a la paloma
buchona se excluyen, pues el macho de esta ultima raza, a impulso de celo cubre
a la hembra mensajera introduciendo en los palomares sangre extraña “(*)
(*)Decreto
del Ministerio de la Guerra
de 29 de diciembre de 1.931.-, publicado en la Gaceta de Madrid con fecha
1 de enero de 1.932.-
Con la irrupción en el escenario político de la
época, de las sociedades, de Valencia, en sendas reuniones del año, 1.932.- y
1.934.- el sentido literal de la palabra empleada en legislación, cambia
radicalmente, y en ese plano, podemos apreciar, el cambio de la palabra Ladina
empleado en el anterior decreto, por el de laudina, con el sentido de paloma
deportiva, empleado en el Decreto de fecha 2 de agosto de 1.934.- , publicado
en la Gaceta
de Madrid numero 216 de fecha 4 de agosto de 1.934.- Viene a prorrogar con carácter indefinido el
vuelo y reglamentación de las palomas buchonas o laudinas; así como, el Decreto de 29 de agosto de 1.935 publicado
en la Gaceta
de Madrid número 243 de fecha 31 de agosto de 1.935.- Incide en la
obligatoriedad, que tienen los aficionados a las buchonas o laudinas, de estar
en posesión de la correspondiente licencia de vuelo y por ende estar afiliado a
alguna Asociación legalmente constituida.
La Orden
de 10 de diciembre de 1963 sobre regulación y protección del uso y vuelo de palomas deportivas.
“Estas Entidades han conseguido no solo que sus afiliados utilicen las palomas
con el más elevado espíritu deportivo, lo que elimina el posible riesgo del
empleo de estas aves, derivado de su especial poder de atracción sobre otras
palomas. Sino también que los propios deportistas constituyan el más valioso
auxiliar de la autoridad gubernativa en orden a impedir su utilización abusiva
de las expresadas aves”.
En este párrafo, no se
cita l apalabra, pero apreciará el lector, la exclusión de facto del término
ladino, “, lo que elimina el posible
riesgo del empleo de estas aves, derivado de su especial poder de atracción
sobre otras palomas.”
En otro texto que todos reconoceréis se dice así
:
“En La reunión de la Junta
Directiva de la Federación Española y de Presidentes de Federaciones Provinciales, celebrada
en Puerto de Santa María, el día 18 de junio pasado, se tomó el acuerdo de encuadrar en nuestras
Federaciones y Sociedades a los
aficionados a la cría y selección de palomas de raza buchona, laudinas y
similares, que lo soliciten.
Texto, tomado de la revista Palomos Deportivos.
Analícese la palabra “palomas laudinas” inserta en el texto
anterior, por los órganos de dirección
de la Federación, contraria al significado legislativo de la palabra “palomas ladinas” insertas en el
Decreto de prohibición de 1.932.- tal y como hemos desarrollado, las primeras
ligadas a las palomas Picas de donde proceden y que solo le ha faltado la otra
acepción del engaño , la palabra de origen valenciano “buches” y la segunda con
el significado de “Palomas Ladronas” objeto a erradicar; más esto pasaría inadvertido,
si no hubiéramos analizado el mismo concepto cuando hablábamos de Valencia, y
como estas castas convencen y engañan a los legisladores y al Ejercito; con una
filosofía basada en la palabrería ligada al lenguaje valenciano, para que otra
vez quede plasmado en papel, la diferencia de “Laudino = deportivo” “Ladino = ladrón”; y por exclusión, poder
seguir en la represión mediática y el exterminio de toda paloma ladina o
aficionado afín a las mismas.
Ante todo lo especificado, cabe
hacer las siguientes consideraciones a modo de conclusiones:
1.- El termino laudino es
utilizado, para el engaño que las sociedades valencianas, emplean, para darle
la connotación de palomas deportivas, ante las Autoridades de la época y el
ejército; y darle la vuelta en el sentido literal y exacto que tiene la
acepción del término ladino = ladrón, objeto a erradicar o exterminar, muy
ligado al termino de todos conocidos “Clandestino”, del cual se dice que son
los que emplean las palomas con el único objeto de capturar, las mensajeras y
otras, y por tanto no están organizados, asociados etc. Y de pretender estarlo,
son expulsados y sus palomares exterminados y sancionados sus dueños, con las
preceptivas 500 pesetas de multa de la época.
2.- El termino Ladino, es
empleado en el sentido literal y exacto que dice la real Academia de la Lengua
española, tanto a nivel legislativo, como en el sentido peyorativo, que ambas
Federaciones persiguen; es decir, la exclusión y exterminio total, del empleo
de dichas palomas.
3.- En el sentido literario,
cuando escriben autores de renombre, y solvencia, con un alto calado
intelectual, si emplean el termino, en el sentido recogido en el punto segundo;
tal y como hemos recogido en las obras citadas.
Antes de terminar, hacer un
recorrido, por la afición; para ello
analicemos, dos de las más emblemáticas, por su historia y tradición, como son
las aficiones de la provincia de Cádiz y la de Sevilla. Si con los datos
actuales podemos determinar, que es la sevillana, la que tiene más solera o antigüedad,
dado las fechas de edición de su primer y único Reglamento conocido, cual es el
Régimen de Palomería, de Don Nicolás Navarro, que data de 1.711.- y que en esa
época, si se tiene la conciencia clara del como, y el porqué de nuestros
palomos, a los cuales, si se les llama ladrones, al igual que en el siglo XI.
Hemos de decir que desde los
años 1.976.- con la aparición del art. de Rafael Yuste López, sobre el tema,
que después comentaremos a modo de réplica, y que algunos ya habréis leído, la
afición de la provincia ha vivido en un continuo engaño, de la mano, del citado
y otros “títeres de feria”, que le siguieron en la escritura; pues solo con la
lectura, de los mismos, y contrastándolos con la abundante bibliografía
aparecida, podemos determinar, que todo es un puro cuento chino, escrito y
descrito por y para la Federación que los editaba, y a la que servían, y aun
hoy siguen remando en el mar sus mentiras, contra viento y marea, en una
escapada hacia adelante, que públicamente, los condena.
Por otro lado los que supieron y han sabido plasmar, sobre
documentos, cuantas iniciativas, anteriores a 1.977.- se practicaron, fue la
afición de la provincia de Cádiz, esta afición, tiene claro lo que es un palomo
ladino entendido como ladrón, apto , para las practicas, andaluzas, de la
Suelta y el Hembreo, haciendo una diferenciación clara y contundente, de las
palomas deportivas laudinas a las cuales llaman y así lo participan, “palomas
valencianas” es esta denominación , la exacta en relación con el contenido
histórico, analizado y la etimología de las palabras objeto del análisis, por
lo que debemos aupar a esta afición a la antesala, de lo coherente, no solo por
sus cinco Reglamentos, sobre la Suelta y el Hembreo, sino por haber sabido
luchar en la defensa de nuestras tradiciones más arraigadas, aun cuando desde
Sevilla, y de la mano de los citados, se les ha intentado desprestigiar, a lo
largo de esta última etapa.
No se me olvida la afición de la
provincia de Jaén, más en este sentido, es inoperante, a pesar del gran número
de aficionados, que cultivan palomas, pues a la luz de lo escrito por cuantos
escribieron, los mismos cuentos federativos, repetidos hasta la saciedad, cual
bucle repetitivo de la afición sevillana, llevados hasta allí de la mano de
Rafael Yuste, desde su primer viaje en 1.970.-, e incrementados desde 1.983.-
en que este sujeto fue promovido a Vicepresidente de la toda poderosa
Federación Española.
Es por tanto que debemos recelar
de todo, cuanto provenga de esta organización, que como podemos demostrar,
engañó y sigue engañando al Estado
Español, al Ejército, y hoy en la misma línea del engaño, las leyendas, los
cuentos palomeros y su mitología tan particular, a cuantos militan en sus filas.
José
Montoya Romero.-
Mayo
del 2.010.-